Pizza Margarita en Florencia, Italia.

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Tratar de no estancarme en la misma rutina culinaria, muchas veces puede convertirse en un verdadero desafío., porque cocinando bajo presupuesto, es muy fácil caer en la misma rutina repitiendo platillos.

Pollo y arroz, por ejemplo, representa zona de comodidad para mí (y creo también lo es que para muchas otras personas que cocinan comida casera).

Para ahorrar, compramos pollos enteros y los corto en partes. Siento que puedo sacar mas provecho del pollo que yo misma desmenuzo, que del que viene empaquetado en partes (paquetes de pechuga, piernas, muslos, etc.). He notado que regularmente termino cocinando algún platillo que incluye pollo y arroz por lo menos una vez a la semana.

Así que, hace unas noches, para salir de la rutina, decidimos divertirnos un poco con la cena y hacer pizza casera.

Mientras mi esposo y yo extendíamos la masa, en su debida forma circular, no muy perfecta, por cierto, recordé el viaje que hice con mi mamá por toda Europa hace un par de años; específicamente, recordé nuestro tiempo en Italia.

Comenzamos nuestra jornada italiana en Roma. Luego viajamos a Florencia por tren; después fuimos a Pisa y, finalmente, a Venecia. Pero fue nuestro tiempo en Florencia el que causó el mayor impacto en mi mamá y en mí.

Me di cuenta desde el principio que, a pesar de que mi mamá estaba en medio de una aventura viajando por Europa, no estaba tan dispuesta a aventurarse fuera de su zona de comodidad en un detalle. Estábamos en Roma cuando nos sentamos a comer y le pregunté si ella quería comer un trozo de pizza.

-¡Estamos en Italia, mamá! ¡Tenemos que probar pizza!

Pero ella simplemente se negó a comer pizza de cualquier tipo. Dijo que no le gustaba.

Así que en Roma, disfrutamos de otros platillos italianos – pastas, panes, calzones, carbonara, etc.

En Florencia, nos alojamos en un hotel que estaba en una zona céntrica, en donde pudimos salir y caminar a donde quisiéramos.

Entramos a diferentes tiendas y la gente local hablaba con nosotros – sin saber si hablábamos italiano – . Ayudaba un poco que yo he estudiado el idioma, y la única palabra que mi mamá sabía decir era “ciao”, así que ella constantemente saludaba y se despedía de la gente.

Un día, mientras caminábamos, viendo la hermosa arquitectura de Florencia, entramos a una tienda, y entablamos conversación con el dueño del establecimiento. Le dije que mi madre me había llevado a viajar por Italia; y el me dijo cuanto deseaba poder llevar a su madre a pasear por México.

Así que en mi italiano a medias, le pedí que nos recomendara un lugar en el que mamá y yo podíamos ir a comer. Le dije que quería ir a un restaurante que la gente local disfrutaba – no sólo a donde van turistas.

Nos dijo que en la “Piazza del Duomo” – la plaza junto a la Catedral de Santa María del Fiori (el Duomo), – habia un restaurante del que su amiga era la dueña, y que a menudo come ahí, nos prometió que disfrutaríamos la experiencia.

El chico nos acompañó a la zona de la plaza – a nuestra derecha estaba el Duomo, y a la izquierda había restaurantes, todos con mesas y sillas afuera de los locales, al aire libre, era tan “Italia”, tan perfecto, en un día con un clima tan precioso.

Cuando entramos en la explanada, hice lo que siempre hago cuando busco un buen lugar para comer: Busqué el restaurante con mas gente.

Qué coincidencia – el lugar con la mayoría de los clientes era el mismo lugar que nuestro nuevo amigo nos había recomendado.

Así que mamá y yo encontramos una mesa libre y nos sentamos.

Cuando nuestra camarera vino a tomar la orden, nos dijo de las ofertas del día, una de las cuales, era un descuento especial en pizzas. Me emocioné y voltee a mi mamá y le dije: “Mami, esta es tu oportunidad! Puedes probar su pizza!”

Ella finalmente empezó a ceder. Mi objetivo durante nuestro tiempo en Florencia era conseguir que mi mama probara pizza, y puedo decir que en ese momento lo estaba logrando.

“Si pruebo la pizza,” ella explicó. “Tiene que ser una sencilla.”

Asentí con la cabeza mostrando mi acuerdo.

“No me gustan todas esas capas de condimentos”, agregó. “Y la masa tiene que ser delgada. No me gusta la masa gruesa.”

Ella ni siquiera sabía que estaba describiendo un artículo con el que ya estaba familiarizada, pero la dejé que me explicara, y luego le dije que en el menú tenían Pizza Margherita (Margarita), que es una masa fina y crujiente con salsa de tomate, queso mozzarella y albahaca.

Ella pidió algún tipo de pasta, pero dijo que probaría mi plato e íbamos a compartir.

La camarera notó la vacilación de mi mamá cuando mencionamos la pizza, e inmediatamente le dijo: “Le va a gustar esta pizza!… Si no le gusta, no tiene que pagarla. Le prometo que le gustará.”

Cuando la comida llegó a la mesa, todavía tuve que hacer un poco de labor para convencer a mi mamá para probar la pizza, pero cuando ella finalmente dió la primera mordida a una rebanada, sus ojos se iluminaron como una noche de luna llena en Roma.

“¡Esto no es pizza!” Exclamó. “Esto es algo que nunca había probado antes.”

Era perfecta, desde la superficie de la masa, hasta la salsa y los condimentos; todo era como una sinfonía culinaria.

La salsa era dulce, pero perfectamente equilibrada, fusionando todos los ingredientes frescos, era una explosión de deliciosos sabores. La base era increíblemente crujiente.

Cuando la mesera regresó y nos preguntó sobre nuestra experiencia, mi mama le respondió con algunas nuevas palabras en italiano que había aprendido en el pasado.

“Bella!” Gritó ella. “Bellísima!”

La mesera quedo encantada por su respuesta, lo que provocó una especie de amistad entre nosotras tres. Mi mamá tendía a conseguir esa reacción por todas partes a donde íbamos – todo el mundo parecía genuinamente amarla y mostrarle mucho respeto en cuanto la conocían.

La mesera regresó con un postre especial, diciendo que era cortesía de la casa.

Después de otra breve conversación con ella, nos dimos cuenta de que la mujer que nos había atendido todo el tiempo era la dueña del restaurante – la misma persona, amiga del hombre que habíamos conocido mas temprano ese día.

Desde ese punto en el viaje hacia adelante, mi mama no quiso comer ninguna otra cosa, sino la Pizza Margherita, por todas partes a donde fuimos.

Volvimos al mismo restaurante varias veces antes de nuestra salida de Florencia, de hecho, mi mamá fue tratada como “Super Estrella” cada vez que regresamos. Ella tuvo una conexión especial con la gente de Florencia, aunque no hablaba el idioma, fue hermoso ver cómo la comunicación trasciende las palabras.

Yo estaba feliz de ver a mi mamá feliz. Me hace sonreír el solo recordarlo.

Nuestro tiempo en Florencia fue algo que nunca olvidare, y me ayudo a entender que la simplicidad de las cosas, muchas veces muestran otras cosas mas complejas.

Las comidas con los mas simples ingredientes, son muchas veces los mejores. En el mundo de las pizzas, en la vida. Puede ser que pienses que no tienes mucho que dar, no importa, mientras lo que sea que tengas, sea de la mejor calidad.

Igual que esta receta de Pizza Margarita!

Disfrútala!


Pizza Margherita (Margarita)

Masa:

1 Paquete de levadura activa

2 1/4 Tazas de harina de trigo

3/4 Tazas de Agua tibia

1 Cucharadita de sal

½ Cucharada de Aceite de oliva

Salsa:

5 Tomates pelados enteros o una lata de puré de tomate

2 Dientes de ajo

Un manojo de albahaca fresca

Un manojo de Perejil fresco finamente cortado

Un manojo Orégano fresco finamente cortado

1/4 Taza de Azúcar

2 Cucharada de aceite de oliva

Sal

Pimienta

1/3 Taza de queso Mozzarella. Si es fresco, córtalo en rodajas

PREPARACIÓN:

Masa: 

En un tazón mezcla la levadura, 1 Cucharada de harina y 1/4 Taza de agua tibia, cubre, dejando reposar durante unos 10 minutos (la mezcla debe obtener una textura cremosa pasados los 10 minutos).

Agregue lentamente la otra 1/2 Taza de agua, 2 Tazas de harina, aceite de oliva y sal, mezcle hasta que quede suave y un poco pegajoso. Si estas haciéndolo a mano, revuelve mezclando bien los ingredientes, amasando durante unos 5 minutos. La textura debe ser suave, elástica y un poco pegajosa.

Coloca en un recipiente engrasado y cubre con trozo de plástico. Deja reposar en un lugar fresco durante aproximadamente 2 horas.

Pre calienta el horno y ajusta a 475 * F, dejando las rejillas lo más bajo posible en el horno.

Si tiene piedra para hornear pizza, colócala en el horno de precalentamiento (475 * F)

Si no tienes piedra para hornear pizza, puedes utilizar una bandeja grande para hornear. Colocala en el horno para que se caliente mientras preparas la pizza afuera.

Corta una hoja de papel de horno (también llamado papel vegetal o papel sulfurizado), que sea del mismo tamaño de la bandeja en una superficie plana (en donde prepararas la pizza). Espolvorea un poco de maicena en el fondo y colocar la masa ya aplanada y con forma circular en la parte superior de la misma.

Si el borde de la masa se empalma con los bordes de la bandeja para hornear, intenta colocar la bandeja al revés (dejando la parte hueca hacia abajo).

Salsa de tomate:

En un sartén grande calienta (calor medio) el aceite de oliva. Saltea la cebolla y el perejil hasta que estén dorados, luego añade el ajo y el orégano durante unos segundos. Añade los tomates, aplastándolos, agrega sal y pimienta. Revuelve y deja hervir hasta que espese. (5-7 minutos)

Formación de la masa:

Una vez que esté listo para hornear la masa. Amásala, formando en una bola y aplástala, moldeándola y sobándola con tus dedos, estirándola en un forma circular delgada. Si es necesario, pon un poco mas de harina tus dedos. Trata de hacer la masa tan delgada como sea posible, alrededor de 1/16-inch o menos.

Extiéndela sobre el para hornear y deja reposar durante unos 10 minutos.

 

Montaje de la pizza:

 

Extiende la salsa, no en exceso, cuidando las orillas. A continuación, extiende el queso alrededor de la pizza, y hornear de 10-15 minutos.

Cuando la masa de la base se ha dorado (se ve crujiente), el queso es dorado y esta burbujeando está lista!

Cuidadosamente, saca la pizza del horno y transfiérela a una tabla de cortar. Dejar enfriar durante varios minutos.

Espolvorea las hojas de albahaca antes de cortar y a disfrutar!

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Vacaciones Espontáneas / Arroz con piña

File Jun 14, 12 15 10 AMEstábamos en el mercado el otro día y mientras buscaba entre las frutas y verduras frescas, noté un lote de piñas en uno de los estantes que lucían deliciosas.

 

He escogido piña fresca en el pasado, pero la verdad siempre me ha costado elegir una buena.

 

Mientras estaba allí tocando una de las espinosas frutas, mi esposo regresó del otro lado de la tienda con un galón de leche en la mano. Colocó la leche en nuestro carro y se dio cuenta de que yo estaba viendo fijamente las piñas.

 

“¡Me encanta la piña!” Dijo, como si estuviera leyendo mi mente. “Deberíamos comprar una.”

 

Se acercó al estante en donde estaban las piñas, y tomó una que se veía más amarilla, que verde o marrón, la acercó a su rostro y la olió, y luego jaló suavemente la hoja del centro de la cabeza de la fruta.

 

Explicó – y busqué más tarde en Google para verificar: Cómo elegir una piña madura.

 

Se puede determinar la madurez de una piña por su color, olor y, suavemente jalando una hoja.

 

Cuanto más madura este la piña, más fuerte es el olor. El olor de una piña inmadura es débil.

 

Además, la hoja central superior se extrae fácilmente cuando la fruta esta totalmente madura.

 

Así que trajimos a casa una buena piña madura, mi esposo emocionado la cortó tan pronto como llegamos y comenzó a comer la dulce delicia tropical.

 

Pero yo tenía más en mente que simplemente comer la piña sola. Yo estaba pensando en mi tiempo en el sudeste asiático, y en un plato que rápidamente se convirtió en un favorito – Arroz con piña.

 

El arroz con piña es básicamente arroz frito con piña y camarones.

 

Es conocido popularmente como un platillo tailandés. No obstante, algo que supe de primera mano, fue que aunque su popularidad no está en cuestión, no es realmente un platillo de Tailandia. Hecho que en su momento me confundió, porque casi cada restaurante tailandés en el que he estado sirven el platillo.

 

Durante mis viajes, pasé un tiempo en Tailandia, en donde mis amigos locales me dijeron que el famoso arroz con piña no es parte de su dieta, ni lo consideran un platillo tailandés real. De hecho, una vez teniendo esa información, observe con detenimiento y me di cuenta que sólo vi el plato en restaurantes de zonas turísticas.

 

La primera vez que probé el arroz con piña fue en Singapur, en “Golden Mile Complex” – el mercado tailandés en la ciudad. Y lo comí frecuentemente durante mi tiempo en Asia.

 

Cuando pienso en el platillo, pienso en mi querida amiga Bere.

 

Hace varios años, Bere y yo viajamos juntas a Indonesia, en unas espontaneas mini vacaciones/celebración de cumpleaños.

 

Yo acababa de volver a Singapur de un largo viaje de trabajo, y estaba en casa cuando mi amiga, Bere, me envió un mensaje de texto. Después de saludarnos, le dije que estaba en casa, y le pregunté qué estaba haciendo.

Era un lunes como cualquier otro, y me extraño que se comunicara conmigo en horas de trabajo.

 

“Me tomé esta semana de vacaciones”, me dijo. A lo que respondí:

 

“¡Deberíamos ir a algún lugar!”

 

Ella sugirió: “¡Vamos a la playa!”

 

Era mediados de diciembre, y mi cumpleaños seria sólo en un par de días, yo había trabajado exhaustivamente las semanas previas, y estaba planeando tomar el resto de la semana libre, por lo que su idea me cayo como anillo al dedo.

 

Y así, decidimos irnos a la playa; Bere sugirió la isla Bintan en Indonesia, que esta a dos horas en ferri de Singapur.

 

Una hora después de nuestra conversación nos encontramos en la terminal de ferri, compramos boletos, y nos dirigimos a Indonesia. En el camino, Bere hizo reservas de hotel, y estábamos listas.

 

En el lugar en donde nos alojamos, no había mucho alrededor, así que la mayor parte de nuestros días, la pasamos durmiendo en la habitación, leyendo, o a la orilla de la playa.

 

La playa era preciosa, con aguas cristalinas y arenas doradas.

 

Al día de hoy, ese viaje sigue siendo uno de los momentos más relajantes de mi vida adulta.

 

Pasamos un par de días descansando y relajándonos en una de las playas más hermosas en esa área. Recuerdo haber comido mucho arroz con piña.

 

Bere es vegetariana, así que ella comió este platillo – solo quitando el camarón. Recuerdo que probamos otros platillos durante ese viaje, y no fueron nada impresionantes; Pero el arroz frito con piña fue una delicia continua.

 

Así que ahora, cuando pienso en Arroz con piña (y arroz frito), pienso en Bere, la diversión de nuestro viaje espontáneo a Indonesia, y cómo ella sigue siendo una de mis mejores amigas y compañeras de viaje favoritas.


 

ARROZ FRITO CON PIÑA

2 -3 Personas

(Todos los ingredientes son aproximaciones, añade o cambia los ingredientes a tu gusto)

 

1 Taza de arroz blanco cocido (frío de preferencia y es perfecto si es un par de días viejo)   (Checa cómo hacer un mejor arroz)

10 Camarones

1 Huevo

1/2 Cebolla amarilla finamente cortada en trozos pequeños

2 Cebollas verdes picadas (Cebollines)

1-2 Tomates medianos, sin semilla y picados en trozos de aprox. 2 centímetros.

2/3 Taza de piña fresca, cortada en trozos de 2 centímetros

(* Si no puede encontrar la piña fresca, usa piña al almíbar asegurándote de secar el almíbar lo mejor que puedas)

1/2 Taza de nueces de la india tostadas sin sal

1 Cucharada de salsa de soya

1 Cucharada de salsa de pescado

1 Cucharadita de curry en polvo

1 Cucharadita de azúcar

1 Pepino en rodajas para adornar

1 Pizca de pimienta blanca

1 Pizca de sal

2 Cucharaditas de aceite de cocina (vegetal, de oliva o lo que sea que usas regularmente en tu cocina)

 

PREPARACIÓN

 

Antes de comenzar, mezcla todos los ingredientes secos (curry, azúcar, pimienta blanca, sal) en una taza pequeña. Mezcla los ingredientes húmedos (salsa de soya y salsa de pescado) en una taza pequeña separada. Déjalos a un lado.

(Con libertad puedes saltar este paso y servir directamente mientras cocinas.)

En un sartén grande, calienta a fuego medio-alto y saltea los camarones hasta que estén rosados ​por todos lados.

Una vez que están listos, sácalos del sartén, y escurre el exceso de aceite, ponlos a un lado.

Usando el aceite restante (y agregando un poco más si es necesario), agrega el huevo y bátelo ligeramente. Cuando el huevo empiece a cambiar de color y este medio cocido, agrega el arroz y revuelve con la cuchara hasta que este bien mezclado (alrededor de 2 minutos).

Agrega los trozos de cebollas y mezcla durante aproximadamente 2 minutos. Agregue los ingredientes secos (curry, azúcar, pimienta blanca, sal) y la mitad de la mezcla de ingredientes húmedos (salsa de soya y salsa de pescado), continua removiendo hasta que los granos de arroz se separen y los condimentos cubran todo el plato (unos 3 minutos) .

Agrega la piña, camarones, las nueces de la india y la otra mitad de la mezcla de ingredientes húmedos. Revuelve aproximadamente por 3 minutos.

Una vez que la piña se oscurezca y el arroz este seco, apaga el fuego. Añade los trozos de tomates y cebollín.

Sirve el arroz en un plato colocando con los camarones completos sobre el arroz, y las rebanadas de pepino a un lado como decoración.

 

Versión vegetariana:

Omite el camarón

(y el huevo en el caso de los veganos)

Usa aceite de coco y agrega un poco de ajo y jengibre fresco para acentuar los sabores!

 

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Vámonos de Pinta / Elote Cocido

 

Hace un par de semanas compramos maíz fresco de un mercado local. Mi marido tenía la intención de cocinar algo con él – ya fuera el pan de maíz de su bisabuela, o grits, o algo más. Honestamente, no recuerdo lo que estaba planeando cocinar; Pero a medida que la semana progresaba y la vida siguió avanzando, el maíz permaneció sobre la mesa, sin cocer.

 

El otro día estaba viendo las mazorcas y decidí hacer un bocadillo que atañe a mis raíces mexicanas – Elote Cocido.

 

Elote cocido (maíz cocido) es una merienda que se puede comprar en las calles mexicanas. A menudo consumida durante las celebraciones patrias. Es el maíz hervido en una mezcla cremosa, con queso, picante, insertado en un palillo.

 

Mi decisión de hacer esta botanita (pasapalo) trajo a mi mente, un recuerdo particular que inundo mis pensamientos: Recordé la única vez que “me fui de pinta” (me jubile/falte a clases) – cuando estaba en octavo grado (Segundo de Secundaria).

 

Nunca fui mala estudiante durante la secundaria – no tuve malas calificaciones; Nunca reprobé alguna materia. Yo era social; me llevaba bien con mis compañeros y maestros; participe en actividades extracurriculares, e incluso inicie un grupo de música (tocaba el “cuatro venezolano,’ un instrumento de cuerda muy parecido al ukulele).

 

Fui estudiante un poquito arriba del promedio, pero, sobresaliente hasta mi ultimo año de secundaria (noveno grado), cuando mis calificaciones tuvieron una mejora muy notable.

 

Un día, mi amiga Paty y yo decidimos irnos de pinta. Nadie sospecharía de nuestro plan.

 

Tenía que ser perfecto. Así que tomamos una semana para planear y preparar.

 

Podrías estar preguntándote ahora mismo, “¿Por qué saltar escuela?”.

 

Yo era una chica de iglesia que se llevaba bien con todo el mundo y trataba de portarme bien… pero siempre me ha gustado aventurarme, y he disfrutado los desafíos. Yo sabía que esto, haría subir mi adrenalina.

 

Así que después de nuestra semana de preparación, llegó el viernes cuando haríamos nuestra huida a la libertad. Fue sólo unas pocas semanas antes de los finales, por lo que el año escolar estaba por terminar.

 

Aquella era la semana de la “Feria de Ciencias” – por lo que había muchas caras de estudiantes y maestros ausentes en las aulas de clases, así que sería difícil para los prefectos saber por qué no estábamos en la escuela.

 

Salimos de nuestras casas vestidas con los uniformes escolares y nos reunimos afuera de la escuela. Nos subimos a un autobús y tomamos el metro, dirigiéndonos al tradicional lugar donde los niños se iban de pinta en aquel tiempo (no se si ahora lo sigan haciendo): Chapultepec.

 

Chapultepec está en el centro de la Ciudad de México, y alberga un bosque, parques, un zoológico, un castillo en una colina, un lago, un museo – un montón de cosas divertidas que hacer mientras no estas en clases. A veces, es referido como los “pulmones de la ciudad”, debido a sus vastas zonas verdes.

 

Cuando llegamos, vimos a nuestro alrededor y nos dimos cuenta que muchos niños de otras escuelas tuvieron la misma idea que nosotras. Había un montón de niños, vestidos con uniformes de secundarias de todos los extremos de la ciudad.

 

Ciudad de México es la ciudad más grande del mundo, alrededor de 30 millones de personas viven allí, por lo que la probabilidad de que hubiera otros niños que decidieron saltar escuela ese mismo día era bastante alta.

 

Era un lugar fresco para simplemente ir a esconderse por un día.

 

Caminamos súper felices. Nos sentamos y tuvimos un picnic, comiendo lo que se suponía que era nuestros almuerzos para el desayuno.

 

Fuimos al zoológico y pasamos un par de horas ahí. Pasamos el tiempo simplemente caminando por el parque.

 

Después, llegamos al lago, y decidimos alquilar una canoa. Se veía divertido.

 

Pero alquilar una canoa resultó ser caro para nosotras.

 

Afortunadamente, mientras estábamos esperando que nos atendieran, empezamos a hablar con un grupo de muchachas que estaban formadas y venían de la parte sur de Ciudad de México. También se habían ido de pinta ese día.

 

Nos dijeron que necesitaban meter dos personas más en las dos canoas que ellas estaban alquilando, así que bien contentas saltamos dentro de su canoa!

 

Mientras estuvimos remando alrededor del lago con nuestras nuevas amigas, un grupo de niños de nuestra edad que venia en otra canoa nos vieron, y comenzaron a hablarnos.

 

Empezamos a bromear con ellos. Nuestras bromas eran inocentes y amistosas, y los muchachos nos preguntaron si queríamos cambiar de barco; algunas de nosotras entrar en su canoa, y algunos de ellos saltar a las nuestras.
La idea era que nuestro grupo se hiciera mas grande, y sumando a los chicos pasar el resto del día juntos con mas diversión.

 

Por alguna razón no me gustó esa idea. Yo era muy escéptica.

 

Eran buena onda (chéveres), pero yo no los conocía.

 

Así que yo, junto con algunas de las otras chicas, nos quedamos en nuestra canoa, mientras las chicas que querían mezclarse con ellos, se pasaron al otro bote. Nos pasaron sus mochilas, y otras pertenencias para hacer espacio, para la gente extra que estaría en su canoa. Paty era una de ellas.

 

Cuando los muchachos y las muchachas comenzaron a mezclarse en las canoas, un par de los chicos se pararon entre los dos botes y comenzaron a sacudir la canoa de las chicas.

 

Las otras chicas y yo vimos a una distancia segura, mientras su bote se sacudía y todas cayeron al lago. Incluyendo a mi amiga Paty!

 

El lago estaba asqueroso. El agua tenía un olor terrible, y una gruesa capa de algas verdes.

 

Después de que cayeron, tuvimos que rescatarlas. Las miradas de algunas de las caras de las chicas estaban llenas de devastación.

 

Yo no estaba tan devastada… Aunque fue feo para ellas, moría de risa!

 

Finalmente salieron del agua. Con un olor terrible… No pudimos rescatar su bote.

 

Encontramos algunos rociadores que se prendían automáticamente para regar los jardines alrededor del parque. En los que las chicas, incluyendo Paty, pudieron limpiarse un poco. Por suerte, Paty trajo una blusa extra ese día, y pudo al menos cambiarsela. Así, seguimos caminando un poco más, hasta encontrar algo de comida.

 

Teníamos mucha hambre, así que nos detuvimos en un puestecito para comprar elote cocido. Ese fue el aperitivo perfecto para terminar nuestro día en Chapultepec, y nos dirigimos a casa.

 

Por supuesto, en el camino a casa, pasamos a la Feria de Ciencias. Nos aseguramos de ser vistas por varios amigos y maestros, para así tener una coartada perfecta.

 

Fue un día divertido y memorable para mí. Y lo mejor de todo es que no nos cacharon!

 

Nuestro plan había funcionado, y tuvimos un día de libertad, hicimos nuevas amigas, tuvimos un montón de risas y una buena merienda.

 

Por desgracia, Paty tuvo una reacción alérgica grave en su piel, por la asquerosa agua del lago en la que cayo; por lo que no pudo salir de su casa por varios días.

 

Aun así, el recuerdo del día en que nos fuimos de pinta estará siempre en nuestros corazones.

 


 

ELOTE COCIDO

 

Esta botana es súper fácil de hacer. Estos son los sabores base de muchos platillos mexicanos, y hay muchas variaciones. Así que pruébalo, y se creativo!

 

Ingredientes:

 

Mazorcas de maíz.

 

Agua

 

Mantequilla

 

Mayonesa

 

Queso Fresco rallado (Si no puedes encontrar queso fresco, usa queso parmesano)

 

Chile en polvo (Chile piquín)

 

Limón

 

Sal

 

Pimienta

 

Palillos para brochetas (para insertar y sostener las mazorcas) – Yo no tenia palillos para brochetas, así que usé palillos chinos.

 

INSTRUCCIONES

 

Limpia el maíz

 

En una olla lo suficientemente grande en el que se puedan sumergir las mazorcas completamente en el agua. Hierva el maíz por cerca de 15 minutos, o hasta que el grano esté blando.

 

En un tazón o una bandeja, esparce el queso

 

Saca el maíz del agua con unas pinzas de cocina. Sostenlo con una toalla (para que no te quemes la mano) e inserta el palillo/brocheta en el centro de la mazorca.

 

Sosteniendo ahora por el palillo, extiende la mantequilla sobre el maíz y luego cúbrelo con una fina capa de mayonesa.

 

Coloca el maíz en el queso y ruédalo para cubrir todos los lados.

 

Sazona con sal, pimienta y chile piquín, al gusto.

 

Exprime el limón sobre el Elote y a disfrutar!

Escuela en casa / Tomates verdes fritos

Ayer, mientras estaba contándole a un amigo sobre este blog, me pregunto ¿Qué significa “Joha’s Table” (la Mesa de Joha)? ¿Por qué ese nombre para el blog?

 

Mi reacción inicial fue responder con un poco de sarcasmo y broma – quería recalcar que el nombre de mi esposa es Joha, y la comida se pone sobre una mesa.

 

Cuando estaba a punto de responder, me detuve y decidí ir en diferente dirección. “La mesa es el lugar en donde regularmente encuentras comida”, comenté. “Pero también es un lugar donde las familias se sientan y hablan de su día. Un lugar donde los amigos comparten historias. ”

 

Ocurren tantas cosas en la mesa. Muchas veces, es donde pasa la vida – y eso es realmente lo que este blog se supone que debe ser. No sólo sobre comida, sino sobre la vida.

 

Cuando era niño, la mesa del comedor estaba completamente limpia y sin nada sobre ella contadas veces al año. – Día de Acción de Gracias, Navidad, Semana Santa, cuando alguien importante venia a visitarnos. Pero la mayor parte del tiempo estaba llena de libros escolares, tareas y proyectos en desarrollo.

 

La mesa estaba cubierta con esos artículos porque mi hermano mayor, mi hermana menor y yo estábamos siendo educados en casa (Escuela en casa o conocido en ingles como “homeschool”).

 

Todas las mañanas, mi padre se iba a trabajar – ya que teníamos un negocio de limpieza de alfombras -. Mi madre nos despertaba e íbamos a la sala y teníamos un tiempo devocional y de oración diario, desayunábamos, y luego empezábamos nuestros trabajos escolares, (a veces todavía en pijama, pero por lo general nos cambiábamos).

Mis padres decidieron, incluso antes de que tuviera edad para empezar escuela, que querían educarnos en casa (homeschool).

 

Ellos aluden al hecho de que querían que creciéramos en un ambiente controlado de aprendizaje, en el que pudieran concentrar sus esfuerzos en las áreas en donde necesitábamos mas, y permitirnos maximizar nuestras destrezas académicas en áreas en las que éramos destacados.

 

Habían hecho investigaciones sobre los planes de estudios para diferentes asignaturas, y cuál sería el que mejor se adaptaría a nuestras necesidades individuales.

 

A menudo, cuando le comento a la gente que fui educado en casa, desde Preescolar hasta Preparatoria, no pueden creerlo, porque “parezco tan normal”, o “soy muy sociable”.

 

Yo atribuyo eso a que la razón por la que mis padres eligieron este método de educación, no fueron razones religiosas. No era para mantenernos alejados de la gente, o grupos sociales, o “peligro”. Fue principalmente por razones académicas. (probablemente también por razones financieras, pues mandar tres hijos a escuelas privadas mientras eres dueño de una pequeña empresa quizás no augura mucha libertad financiera).

 

Yo establecí y mantuve relaciones con otros niños en mi vecindario a través de actividades extracurriculares, como deportes en mi comunidad, y mi participación en organizaciones como 4-H, mi iglesia y el grupo de jóvenes.

 

Creo que si a mi mama le preguntaran cuál fue la mayor ventaja de educar a sus hijos en casa, diría que a veces podía crear su propia currícula (materias), basándose en los criterios del estado en donde vivíamos para que aprendiéramos un tema específico.

 

Como es el caso de la materia de “Economía en el Hogar”. En las escuelas de todo Mississippi, los estudiantes tomaban “Economía en el Hogar” y aprendían a cocinar, a coser y otras cosas mas. Mi madre usó la materia de Economía en el Hogar como una oportunidad para enseñarnos a cocinar algo – y luego, nos hacía cocinar la cena.

A medida que crecíamos, ella trabajaba menos. Su plan de estudios comenzó a liberar su tiempo, porque nuestra escuela era cocinar y limpiar!

 

Debería existir una ley contra eso, ¿Verdad? Jaja

 

Recuerdo que plantamos un jardín en el patio trasero de nuestra casa. Comenzamos a cultivar tomates, pepinos, calabazas, pimientos, okra y otras verduras. Todos los días lo cuidábamos, regando las plantas, quitando la maleza, y tuvimos buenas cosechas de el.

 

Esos jardines, fueron incorporados a un plan de estudios creado por mi mama, y nos enseñaron mucho. Aprendimos sobre preparación y planificación. Teníamos que cultivar la tierra; así como planear qué plantar, y en dónde hacerlo.

 

La plantación, mantenimiento y la responsabilidad en general, porque teniamosque poner la semilla en el suelo y cuidar de cada una de ellas, todos los días, regándolas y eliminando las malas hierbas que crecían alrededor.

 

Vimos fracaso y éxito – tuvimos cosechas abundantes en muchas ocasiones, mientras que otras, las plantas no crecieron o murieron.

 

Aprendimos mucho a través de esos jardines.

 

Muchas veces fue el jardín en sí que nos enseñó lecciones, otras veces mamá nos compartió su conocimiento. Como cuando las cosechas empezaron a aparecer, ella nos mostró cómo cocinar las diferentes verduras y hortalizas.

 

Había años en los que teníamos tantos frutos del jardín, que comenzamos a llevar verduras a la iglesia para compartir con otras familias – Eso nos enseñó la importancia de dar, y generosidad.

 

Recuerdo que algunas calabacitas llegaban a mediar hasta casi dos pies de largo. (aprox. 60 centímetros). En las temporadas en que las hortalizas crecían tanto, y teníamos cosechas grandes, mi mama cocinaba recetas con tantas verduras como podía. Por algunos años, recuerdo que parecía que todo lo que contenía su comida eran calabacitas, calabaza (ahuyama) y berenjena.

 

Espagueti con calabacitas, calabaza y berenjena. Sopa con calabacitas, calabaza y berenjena. Pizza con calabacitas, calabaza y berenjena. Pollo con una guarnición de calabacitas fritas, calabaza y berenjena.

 

Aunque a decir verdad, aprendimos a cocinar con esos frutos, y a disfrutar de la creatividad al cocinar variaciones de los mismos vegetales presentados de diferentes formas.

 

Los tomates eran un pilar en el jardín, por lo que siempre hicimos ensaladas y, a menudo, simplemente combinamos tomates y pepinos en un tazón con vinagre, sal, pimienta y hierbas, resultando en una botana saludable.

 

Durante esos tiempos cuando los tomates empezaban a crecer, mamá recogía algunos de los tomates verdes para freírlos. Los Tomates verdes fritos son un platillo popular en el sur de los Estados Unidos.

 

La consistencia de una rodaja de tomate inmaduro permanece intacta mientras se fríe. A diferencia de un tomate maduro, que se deshace a medida que comienza a calentarse. El sabor dulce y amargo del tomate inmaduro frito, es indudablemente delicioso a muchos paladares.

 

De hecho, solo pensar en los tomates verdes fritos de mi madre, me hace tener hambre.

 

No tengo su receta específica, pero he cocinado el platillo y lo he llevado a otro nivel de “sureñez” (sé que no es una palabra como tal, pero entiendes lo que quiero decir), con unos camarones asados en el sartén, salpicados con una salsa “remoulade” (salsa rosada, típica de la comida sureña).

 


 

TOMATES VERDES FRITOS

(2 personas)

 

2 Tomates verdes (en realidad se puede hacer más de 2 tomates con esta cantidad de mezcla de harina)

1 Huevo

½ Taza de suero de mantequilla (Se puede substituir con leche regular con una cucharadita de vinagre o limón, y deja reposar por 10 minutos antes de usarla)

½ Taza de harina

½ Taza de maicena

1 Cucharadita de sal

½ Cucharadita de pimienta

½ Cucharadita de comino

¼ Cucharadita de paprika

Un poquito de orégano

Un poquito de albahaca

Aceite vegetal

Sal al gusto

 

INSTRUCCIONES:

Coloca el aceite vegetal en una sartén y calienta a fuego medio-alto

Corta los tomates verdes hasta el grosor deseado

En un tazón mediano mezcla el huevo y el suero de leche.

En otro tazón o sartén, combina todos los ingredientes secos.

Sumerge las rebanadas de tomate en la mezcla de huevo (Para capearlo doble y hacerlo mas crujiente sumerge las rebanadas de tomate en harina de trigo, antes de meterlas al huevo, después procede a sumergirlas a la mezcla de huevo)

Transfiere el tomate a la mezcla de harina de trigo, maicena e ingredientes secos, y cubre bien las rodajas de tomate.

Coloca las rebanadas en el aceite caliente precalentado en la estufa y cocina durante aproximadamente 2 minutos por cada lado (4 minutos en total), o hasta que estén doradas.

Retira la rebanada de tomate del aceite y colócala en un plato cubierto con una toalla de papel para recoger el aceite que gotea.

Espolvorea sal, al gusto en los tomates calientes.

 

REMOULADE SAUCE

 

½ Taza de Mayonesa

1 Cucharada de Mostaza de Dijon (Si es en grano es mejor)

1 Cucharada de Kétchup (cátsup)

1 Cucharada de salsa inglesa

1 Cucharada de Jugo de limón

1 Cucharadita de azúcar morena

1 Cucharadita de paprika

1 Cucharadita de ajo en polvo

2 Tallos de perejil fresco finamente cortado

1 Tallo de cebollín (fresco picado en rodajas finas)

½ Cucharadita de pimienta

Una pizca de tu salsa picante favorita

 

INSTRUCCIONES:

Combinar todos los ingredientes y dejar reposar durante una hora para obtener mejores resultados. Aunque, en realidad puede utilizarse de inmediato.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las Arepas de Maita: 10 pasos fáciles para hacer arepas

Las Arepas de Maita

 

Hay un mercado cerca de nuestra casa, en donde venden hortalizas frescas cultivadas localmente, por muy buenos precios. Por ejemplo, pimientos verdes, rojos y amarillos por $ 0.69 cada uno, o bolsas de zanahorias grandes por solo $ 1.

 

Es genial para mi esposo y para mí, porque presupuestamos una cierta cantidad de dinero cada semana para comida, y también porque nos permite comprar productos frescos para alimentarnos saludablemente.

 

La semana pasada compramos maíz dulce fresco – mi esposo tenía la intención de hacer “grits” o pan de maíz.

 

No lo hizo.

 

Sin embargo, cuando vi las mazorcas me recordó un tiempo en mi niñez, cuando viví en Venezuela. Me recordó a mi abuela, Isabel. Nosotros la llamábamos “Maita”.

 

Recuerdo visitar a Maita sabiendo que iba a cocinar arepas, un pan venezolano hecho con harina de maíz, más grueso que una tortilla, pero más delgado que un bísquet.

 

Ella cocinaba algo diferente cada visita, pero algo que permaneció constante en su cocina fueron: las arepas. Y cuando Maita cocinaba arepas, las hacía desde cero.

 

Maita era una mujer de campo, pero vivía en una pequeña ciudad, Cabudare; así que su casa no era como el campo en donde creció. Pero tenía un tipo “granja miniatura” en el patio trasero de la casa. Tenía patos y gallinas, todo tipo de hierbas y verduras, varios árboles frutales… Todo en pequeña escala, en comparación con la parcela que ella y mi abuelo, Abuelito Gabino, poseían en otra zona. Tenía un molino en la esquina de la pesada mesa de madera roja en el área del comedor. Lo usaba para moler café, maíz, carnes y granos frescos.

 

Mis hermanos y yo peleábamos por ver a quién le tocaría moler maíz y café para ella. Cada vez que llegamos a su casa, y veíamos el maíz o los granos de cafe sobre la mesa, nos emocionábamos con la idea de usar el molino! Ahora veo que sutilmente nos estaba haciendo trabajar para ella, pero en ese momento, sólo pensamos que era divertido.

 

Así que una vez que el maíz se molía, ella hacía una especie de masa (harina de maíz), a la que le agregaba un poco de agua salada y la mezclaba. Nunca utilizó medidas, cocinaba “a ojo de buen cubero”, siguiendo solamente olores y sabores. Incluso si hubiera habido una receta, ella no la habría podido leer. Maita creció en una era de dictadura en Venezuela. Una época en la que a las mujeres no se les permitía asistir a la escuela, por lo que nunca aprendió a leer ni a escribir.

 

Pero no era ninguna tonta, y NADIE podía tratar de hacerla tonta. Aunque no podía leer frases de un libro, podía leer a la gente, y sabía cuando otros trataban de engañarla o “pasarse de vivos”; lo cual, conforme fue envejeciendo, muy rara vez ocurrió. La gente empezó a respetarla (y algunos a temerla ja!) por su franqueza, firmeza y obstinación.

 

Ella, para mí, era la prueba de que nada puede limitarte excepto tu mismo, y tu actitud ante la vida.

 

Así que, una vez que la mezcla ya molida se convirtió en masa, la moldeaba en pequeñas bolas, y las aplastaba dándole forma circular a la arepa con sus manos. Sus manos eran como décadas de lecciones de vida, y grandes reuniones familiares.

 

Como una mujer joven, adoptó cuatro de sus sobrinos y sobrinas, después de que su madre – su hermana Licha – murió. Así, durante sus veintes, Maita cuido a su madre y cuatro hijos, todo por sí misma. Luego, se casó con mi abuelito Gabino, alrededor de sus 30 años de edad. Durante años, antes del matrimonio, perfeccionó sus habilidades culinarias por necesidad. Usaba las manos para todo.

 

Recuerdo que cada una de sus arepas, tenía marcas de los pequeños pero fuertes dedos de Maita. Sus dedos eran tan fuertes como su voluntad – una voluntad que decidió, que la vida no iba a determinar su éxito, o el éxito de sus hijos. Una voluntad que nunca le permitió renunciar. De hecho, una vez casada, ella y abuelito Gabino tuvieron 3 hijos y una hija. (Uno de ellos mi padre). De los cuales, Todos fueron a la universidad, se graduaron y formaron sus propias familias.

 

Ella me demostró, que tus propias limitaciones no tienen que ser las limitaciones de tus generaciones venideras. Ella cocinaba las arepas en un “budare” (sartén seco o plancha), y nunca usaba una espátula, recuerdo que volteaba cada arepa con sus manos.

 

Incluso, utilizaba sus manos para distinguir si las arepas estaban bien cocidas. Ella tenía una manera especial para saber cuando cada arepa estaba lista, – las tomaba con sus manos, y les daba golpecitos con su dedo. Determinaba el grado de cocción de acuerdo al sonido que emitían al golpe.

 

Siempre hacía 2 arepas gigantes para el almuerzo de mi Abuelito, e incluso, cuando no estábamos allí para “ayudarla” a cocinar, comíamos sus arepas porque cada día nos enviaba una porción de ellas con mi padre. Ella vivió hasta sus ochentas, y murió el 29 de agosto de 2007, sólo unos años después de que mi familia se mudó a México.

 

A Maita le gustaba cocinar. Le encantaba cocinar arepas. Pero sobre todo, le encantaba cocinar arepas para nosotros. Era una de sus muchas maneras de demostrar cuánto nos amaba… Siempre la llevo conmigo en mi corazón.

 

Ahora, voy a darte un tutorial rápido de cómo hacer arepas como Maita (sin el maíz molido fresco)!

 

 

* (En Estados Unidos o en otros paises: Busca harina PAN en tiendas con productos latinoamericanos, o en cadenas de supermercado grandes con extensa selección de productos internacionales).


Cómo hacer arepas en 10 pasos sencillos (Tutorial con guía en fotos)

1. 1 Taza de agua tibia (esto es suficiente arepas para 2 personas) en un tazón de mezclar de tamaño mediano.

2. Agrega una cucharadita de sal al agua tibia.

3. Mezcla lentamente Harina PAN. En el agua

File May 17, 10 28 00 PM

Amasa hasta que este suave sin grumos.

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Hasta que espese (en la consistencia como puré de papas).

4. Deja reposar durante unos minutos mientras enciendes la estufa o la plancha a fuego medio-bajo y preparas el sartén antiadherente

5. Forma bolitas con la masa

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6. Aplana la bolita formando la arepa.

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7. Coloca las arepas sobre un “budare” (plancha o sartén) a fuego medio-bajo

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8. Cocina aprox. 7 minutos en cada lado (esto realmente depende del sartén.

Compara con la foto abajo, para que la arepa se parezca)

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y tápalas para mantener la humedad

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9. Retira del fuego una vez que estén listas. Sabrás que lo están cuando al darles golpecitos en el centro emiten un sonido hueco (Vee el video)

Cuando las arepas están listas 

10. Toma una arepa. Córtala por una de las orillas con un cuchillo, abriendo con cuidado, rellena con mantequilla, queso, carne, o cualquier cosa que desees y buen provecho!

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Dulce Tailandia, Dulce arroz con mango

Amo Tailandia!

 

Todo sobre ella: su gente, sus paisajes, la comida… Si… especialmente, la comida.

 

Hace unas semanas – a principios de Abril – cuando se acercaban las fechas en que se celebra el Año nuevo Tailandés, quise celebrar con uno de mis platillos tailandeses favorito: Mango Sticky Rice (Postre hecho a base de Arroz con mango y leche de coco)

 

En 2011, pase un poco mas de un mes en Tailandia. En aquel tiempo, acababa de llegar a Singapur, y tenia un contacto en Tailandia que estaba encargada de un orfanato, a quien decidí ir a ayudar, y también para explorar el país, con la intención de mudarme como misionera ahí.

 

Y déjame contarte que de verdad tuve la oportunidad de explorar.

 

Cuando llegue a Bangkok, llame desde el aeropuerto a mi único contacto en la ciudad, para confirmar en donde nos veríamos. Ella contesto, y me dijo que no estaba en la ciudad por el momento “regresa después”.

 

“Regresa después??” Como si se tratara de mi llegando después del horario de apertura de un supermercado. Esto era mas serio que llegar después de que cerraron la tienda – Yo estaba en un país completamente nuevo y mi único contacto me acababa de decir “regresa después”.

 

Sentí mucho miedo. Este era mi primer viaje a un lugar completamente desconocido.

 

Me sentí frustrada, y tiendo a culparme cuando las cosas no funcionan.

 

Enmudecí y me quede paralizada. Pensando “vete”, pero no tenia dinero para pagar un viaje de regreso. No sabia que hacer, a donde ir, a quien llamar.

 

Ni siquiera sabia como salir del aeropuerto.

 

Mi plan había fracasado.

 

Volví a la realidad – Necesitaba hacer algo. No podía solamente sentarme en el aeropuerto de Bangkok.

 

Todos mis miedos de pronto tornaron repentinamente en una nueva fuerza.

 

No se si tu que estas leyendo, crees en Dios, pero en ese momento, sentí una fuerza tan grande desde mis entrañas que la única palabra para explicarla es Dios.

El me dijo “Viniste hasta acá desde México. Saca el mejor provecho de esta oportunidad”. Sabia que Dios me había llevado a Tailandia con un propósito.

 

Los planes cambian, pero siempre hay un propósito, y normalmente, es bueno.

 

Y fue así como las cosas empezaron pasar.

 

Mis primeros días en Bangkok me aloje en una habitación en donde el único sonido que podía oír durante la noche, fueron las ratas corriendo por toda la habitación.

 

Pero sabia que de alguna manera, las cosas iban a mejorar.

 

Pocos días después de mi llegada, una muy buena amiga mía, vio una publicación que hice en Facebook y me contacto. Me dijo que se había mudado recientemente a Tailandia y vio que estábamos en la misma ciudad, así que me ofreció hospedaje, para que me quedara con ella y su bella familia.

 

En ese momento, pase de dormir en una habitación junto a ratas, a dormir en una casa junto al lago!

 

Los acontecimientos que tuvieron lugar en ese tiempo son lo que dieron forma al amor que siento por Tailandia.

 

Me di cuenta de que no necesitas pasar un tiempo muy largo con alguien para convertirte en alguien notable en su vida.

 

Pase varias semanas entre Bangkok – La mega ciudad, Chiang Mai – las áreas extremadamente turísticas, Mae Sot – la frontera con Myanmar, y Korat – la zona de campos del país.

 

Decidí que me mudaría a Tailandia.

 

Mi idea era volver a Singapur, recoger mis maletas y volver a Korat en dos semanas.

 

Ciertas circunstancias cambiaron mis planes y nunca volví. Hasta el día de hoy, me persigue esa idea… preguntándome que habría sido aquello que no sucedió.

 

Pero como dije antes, los planes cambian. Y siempre he sido del tipo de persona que sigue caminando a pesar de la tormenta.

 

Pensé en los altos y bajos de aquel viaje a Tailandia. Desde el temor aterrador que me paralizo al principio de mi viaje, hasta el primer día que salí a explorar la ciudad de Bangkok, comiendo Mango Sticky Rice (Dulce de Arroz y mango con leche de coco), ese viaje fue colorido con belleza total.

 

Recuerdo caminar por la ciudad, tomando tuk tuks, perdiéndome y encontrándome de nuevo una y otra vez. Me encontré un mercado en la calle (tianguis). Y me arriesgue a ordenar ese postre de arroz y mango.

 

Fue tan delicioso que cada que pude pedí el mismo postre en cada restaurante tailandés (probablemente si lo encuentro en el menú de algún restaurante local lo pido).

 

Todos estos pensamientos inundaron mi mente, supe que tenia que preparar este postre, solamente para satisfacer mi propio antojo.

 

No pude hacer el platillo inmediatamente. Porque se necesita equipo especial para prepararlo correctamente. Necesitaba comprar un Vaporizador de Bambú.

 

Encontré uno en oferta en un mercadito asiático local, pero se puede conseguir en línea por menos de 10 dólares.

 

Prueba esta receta y enamórate de Tailandia como yo lo hice. La preparación de este platillo requiere un poquito mas de dificultad que para otras recetas que he compartido (porque son varias cosas al mismo tiempo). Trata, valdrá la pena hacerlo.

 


 

DULCE DE ARROZ Y MANGO CON LECHE DE COCO – Mango Sticky Rice

(3 personas)

Ingredientes:

Salsa de coco dulce y Arroz:

1 Taza de arroz dulce glutinoso

2/3 Taza de leche de coco

1/4 Cucharadita de sal

1/2 Taza de azúcar

Salsa de coco salada:

1/2 Taza de leche de coco

1/4 Cucharadita de sal

1 Cucharadita de harina de arroz / Maicena

1 Cucharadas de agua

2 Cucharadas de Mung beans tostados/ Semillas de sésamo tostadas.

2 Mango fresco pelado y cortado cuidadosamente en rodajas gruesas.

INSTRUCCIONES:

[Arroz glutinoso y Salsa Dulce]

Enjuaga el arroz en un tazón y disipar el agua hasta que el agua sea clara.

Déjalo remojando en agua durante la noche (o por unas pocas horas antes de cocinar).

A la mañana siguiente, cuela y escurre muy bien el agua.

Pon el arroz a cocer en la vaporear de bambú. Coloca una tapa encima del arroz para guardar el vapor.
(Nota: Yo tenia un pedazo de gasa en la cocina y lo puse en la parte superior del arroz antes de poner la tapa, sólo para asegurarme de que mantenía el vapor.)

Cuece a vapor sobre el agua hirviendo durante unos 30 minutos.

Mientras se cuece el arroz, en una olla pequeña a parte, a fuego medio, mezcla la leche de coco, el azúcar y la sal. Revuelve hasta que el azúcar se disuelva y apaga el fuego.

(No quieres cocinarlo durante mucho tiempo, usa el calor sólo para mezclar los ingredientes. Una vez terminado, ponlo a un lado y mantenlo caliente con su tapa puesta).

Una vez que el arroz se ha cocido, vacíalo en un recipiente y vierte inmediatamente la mezcla del dulce de leche. Revuelve y tápalo muy bien.

Es importante trabajar tan rápido como sea posible para mantener el arroz caliente.

De esta manera, mientras descansa, el arroz absorberá todo el líquido del dulce de leche.

Deja reposar durante unos 20 minutos. Después de que el tiempo haya pasado, abre y revuelve cuidadosamente otra vez. Déjalo reposar por lo menos otros 20 minutos.

Si no tienes vaporera de bambú, utiliza una vaporera de metal con una gaza alrededor del arroz para evitar que caiga en el agua hirviendo al fondo de la olla. O puedes tratar en la estufa.

Yo nunca he tratado de hacerlo de esta manera, pero aquí es una sugerencia:

Por cada 1 taza de arroz añade 1 y 1/4 Taza de agua.

Deja hervir con la tapa hasta que haya absorbido el agua (No agitar). Una vez que ha absorbido toda el agua, retíralo del calor con la tapa puesta y dejarlo reposar durante 10 minutos.

Salsa de Coco Salada:

Mezcle la harina de arroz / Maicena en agua hasta que ese disuelva.

En una olla pequeña, agrega la leche de coco, la sal y la mezcla de harina con agua. Cocina a fuego medio-bajo

Revuelve hasta que comience a hervir y a espesarse.

Apaga el fuego y déjalo enfriar.

(No lo cocines demasiado tiempo, sólo hasta que hierve la primera vez y comienza a engrosar, de lo contrario la leche de coco se disolverá y tendrás que empezar todo de nuevo!)

¡Si tus Mung beans (Moon beans) o las semillas del sésamo no están tostadas, tu puedes tostarlas!

Para los Mung beans: Hierve en una olla pequeña hasta que estén suaves.

Una vez suaves. Cuela el agua y colocarlos en toallas de papel, para que absorba el exceso de agua.

Tuéstalos en una sartén seco a fuego medio durante 3-5 minutos o hasta que estén ligeramente dorados, revolviendo de vez en cuando.

Semillas de sésamo: solo tuéstalos en el sartén hasta que doren.

Sirve una porción del dulce de arroz junto a algunas rebanadas de mango y añade un poco de la salsa de coco salado en la parte superior del arroz.

Espolvorea algunas de las semillas tostadas de Mung beans/ semillas de sésamo.

¡Disfruta!

Cocinando en Frances – Coq Au Vin

File May 05, 12 35 19 AM

Me pare en mi cocina el Domingo por la tarde y empecé a acomodar los trastes que se habían quedado desde la noche anterior secando. Teníamos amigos que nos visitarían para la cena y quería asegurarme de que todo estuviera en orden.

 

Mi esposo acababa de prender la televisión en la sala y vino a la cocina a preparar una “botanita” (pasapalo) que nos mantuviera sin tanta hambre hasta la hora que nuestros invitados llegaran para la cena.

 

Abrió el refrigerador y buscando entre los gabinetes, encontró los restos de un trozo de salami ruso que compramos la semana pasada en una tienda europea que encontramos en Baton Rouge. Después, encontró y abrió un paquete de queso de chivo y se fue a la alacena buscando galletas saladas.

File May 05, 12 35 34 AM

Corto en rebanadas delgadas el salami, apretó el plástico que cubría el queso, tomo las galletas, acomodando todo sobre nuestra tabla de madera camboyana Vandywood, convirtiéndola en una tabla de queso y charcutería, y me pregunto si quería un poco antes de que se regresara a la sala, para lo que indudablemente seria su “siesta dominguera”. Mi esposo necesita tomar una “siesta” los domingos por la tarde… Aparentemente que siente la necesidad de hacerlo, como un niño.

 

Mientras veía la preciosa bandeja de charcutería que Aarón hizo, recordé que hace un tiempo no muy largo, cuando mi mama y yo viajamos a por España, Italia y Francia, en nuestro camino para visitar a unos queridos amigos en el Reino Unido. Fue en Francia, que descubrí la esencia de la degustación de vinos y quesos.

 

Ese viaje fue hace cerca de dos años. Rente una habitación en un hotel muy pintoresco para mi madre y para mi en Paris.

 

El hotel era pequeño, pero lo suficientemente grande para tener un elevador, muy antiguo por cierto. Cuando hice la reservación, elegí la opción menos costosa porque estábamos viajando bajo presupuesto. Sin embargo, una vez que llegamos, el personal del hotel fue caluroso y atento; cuando nos vieron, nos ascendieron a una habitación con vista a la Torre Eiffel. Quizás, fue el hecho de que éramos una madre y su hija viajando y explorando vida juntas lo que los hizo ser mas generosos con nosotras.

 

El hotel ofrecía una degustación de vino y quesos cada noche. Yo había estado en degustaciones de vino y queso antes en mi vida, pero esta vez fue muy diferente! El queso era cremoso y muy sabroso; y el vino, emparejado con el queso, tenia sabores que nunca había notado antes en vino.

 

Siempre había oído a gente describiendo vinos – diciendo cosas como “es acido, o afrutado, o con sabor a nuez – honestamente, esta fue la primera vez que detecte esos sabores por mi misma. O tal vez, fue solo el hecho de que estaba en Paris, y la idea romántica del vino, queso y pan me envolvió… soy una romántica empedernida!

 

Durante ese tiempo, me acerque mas a mi mama, de una manera inexplicable. Reímos juntas, aprendimos sobre otras culturas juntas, conocimos a gente nueva juntas … y todo en un viaje en el que yo no estaba incluida.

 

Inicialmente, mi papa viajaría con mamá, pero debido a una situación con su pasaporte venezolano y retardos en una visa, no pudo ir, así que tome su lugar. (también fue bueno, porque hablo inglés y estudié francés e italiano en la escuela.)

 

Acomode el último de los platos, preparándome para nuestros invitados a la cena, me serví otra galleta con salami y queso de cabra, y empecé a recordar mi primera vez cocinando comida francesa – en la universidad, mientras estudiaba francés.

 

En la escuela a la que asistí en la Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al estudiar una lengua extranjera, nos sumergíamos en la cultura de esa lengua.

 

Así que para francés, aprendimos el idioma y entre otras cosas, algo de cocina francesa. Aunque mis habilidades en el idioma francés se han desmoronado con el paso del tiempo en mi memoria (ahora estoy tratando de recuperarlo), no creo olvidar jamás algo que una de mis profesoras nos enseñó a cocinar.

 

Coq Au Vin – Pollo al vino

 

Quizás por lo sabroso que fue, o, probablemente, lo recuerdo muy bien por las risas y la diversión que tuvimos durante su preparación con mis compañeros de clase. Como cuando supe que mi amiga/compañera de clase había contrabandeado dos botellas de vino al salón de clases para poder preparar el platillo.

 

Cuando empecé a recordar aquel Coq Au Vin, los ingredientes comenzaron a volver a mi memoria, y decidí tratar de reconstruir aquella deliciosa comida francesa… claro, sin el contrabando de vino!

 


Coq Au Vin

(Para 2 personas)

 

(Todas las medidas son aproximaciones. Yo fui ajustando las medidas conforme fui cocinando)

 

Ingredientes:

2 Piezas de muslo con piernas con hueso y piel

1 Taza de vino tinto. Tradicionalmente Burgundy (No teníamos Burgundy, así que usé Merlot – pero cualquier vino tinto seco esta bien.)

3 Tiras de Bacon cortadas en trozos (Aprox. 1/2 pulgada)

¼ Libra (1 Taza) de Champiñones, cortados en mitades

½ Cebolla amarilla picada finamente

1 Cucharadita de Aceite de oliva

1 Cucharadita de Tomillo seco (Usa un par de tallos de tomillo fresco en lugar de si puedes!!)

4 Cucharadas de mantequilla (media barra de mantequilla)

1 Cucharada de harina

½ Taza de caldo de pollo

Pimienta al gusto

Sal al gusto

 

INSTRUCCIONES:

 

Sazona el pollo con sal y pimienta. Déjalo a un lado reposando.

Precalienta el horno a 375* F (190*C)

En la estufa coloca el tocino en una cacerola – o sartén amplio – (Debe ser sartén/olla para hornear, porque mas adelante en la receta la meterás al horno)

Una vez cocido y crujiente, retira el tocino del fuego, escurriéndolo y dejando grasa en el sartén. (Si notas exceso de grasa, puedes retirar un poco)

Coloca el pollo en el sartén con la grasa del tocino. Cocina a fuego medio-alto hasta que la piel esté dorada y crujiente – no te preocupes por cocinar el pollo completamente en este paso. Se cocinará más tarde. Por ahora solo queremos darle color al pollo.

Una vez dorado, retira el pollo y colócalo a un lado.

En el mismo aceite, saltea la cebolla hasta que quede translúcida. Agrega los champiñones y cuece hasta que estén ligeramente dorados.

Añade la mantequilla hasta que se derrita y agrega la harina. Mezcla. Este paso engrosará su salsa.

Una vez muy bien mezclado, agrega el vino mientras que la cacerola esté a fuego medio por cerca de 5 minutos (en lo que se consume el alcohol). Añadir el tomillo y dejar cocer durante otros 5 minutos.

Agregue el tocino que se dejó a un lado. Vierte poco a poco el caldo de pollo, y deja cocinar unos minutos, moviéndolo según sea necesario. Prueba el caldo, añade mas sal o tomillo si es necesario.

Añade el pollo, sube la flama a fuego alto y baña (vierte cucharadas de la mezcla liquida sobre la carne) durante aprox. 2 minutos. Toma el sartén y con cuidado, colócalo en el horno en 375*F durante unos 45 minutos.

A los 30 minutos, abre el horno y con cuidado, de nuevo baña el pollo con cucharadas del jugo. Cierra el horno y déjalo terminar la cocción. Si ves que el pollo está listo antes de que los 45 minutos, sácalo del horno – El horno de cada casa trabaja diferente!

Retira del horno y dejar enfriar un poco.

¡Sírvelo con verduras frescas y Bon Appetite!

Tacos dorados (Taquitos)

File Apr 18, 1 35 50 PM

Durante la época de Pascua en la mayoría de los países latinoamericanos, muchas personas se abstienen de comer carne. El mes previo a la Pascua (Semana Santa), es la temporada católica de Cuaresma – y la mayoría de los países latinoamericanos tienen profundas raíces católicas.

 

En ese tiempo se consumen muchos mariscos.

 

Cuando era niña (porque mi familia no profesaba la religión católica) durante la temporada de Cuaresma, éramos una de las únicas familias que continuaba consumiendo carne con regularidad. (También porque a mi mamá no le gusta cocinar mariscos, por su impregnante y persistente olor a pescado.)

 

La semana pasada, estaba pensando en la Cuaresma y mariscos, y el hecho de que mi familia cada año continuó comiendo carnes a lo largo de la temporada. Me acordé de una ocasión, en el que comí una de las mejores sopas de pescado que he probado en mi vida.

 

Antes de que crezcan sus expectativas, quiero aclarar que este post no es sobre aquella deliciosa sopa, aunque voy a buscar esa receta para compartirla en Joha’s Table posteriormente. En México, comemos tacos dorados con sopa. Así como en muchos lugares se acompañan sopas con sándwiches o algún tipo de pan. El post de hoy, es acerca de ese delicioso y crujiente bocadillo que a menudo se sirve con una sopa, que al igual, puede disfrutarse solo – Tacos Dorados.

 

Fue a pocas semanas antes de la Pascua a principios de los años 2000 cuando un amigo me dijo: “Oye, hay que juntar un grupo y nos vamos a Acapulco”.

 

Así que, con la natural espontaneidad que me caracteriza, dije: “¡Sí! Este viaje se va a poner bueno. ¡Vamos!”

 

En 24 horas, un grupo de cinco de nosotros estábamos ya en camino desde Ciudad de México a Acapulco – la distancia es entre 4-5 horas manejando carro. En el grupo estaban mi amigo, sus dos hermanas, mi hermano y yo.

 

Ellos tenían familiares con una casa en Acapulco, ellos estaban de viaje, y nos permitieron usar su casa durante nuestra estancia. Así que nos fuimos preparados para pasar unas mini vacaciones en playa con bajo presupuesto entre amigos.

 

Los únicos gastos que cubriríamos serían, comida y gasolina.

 

En nuestro camino a Acapulco, me acordé que tenía una amiga que vivía justo a las afueras de la ciudad – en El Coloso -. Esta amiga, Eli (pronunciada Eh-lee), eventualmente se convertiría en mi mejor amiga, compañera de viaje, y dama de honor. (De hecho, siempre hablamos de cómo, en ese tiempo, no imaginamos que en el futuro estaríamos viviendo temporadas en una jungla de Malasia juntas, o que un día ganaríamos un vuelo gratis a Hawái por accidente, o que nos perderíamos en diferentes partes del planeta).

 

Le envié un mensaje, y ella me contestó, diciendo que estaría en clases el día de nuestra llegada.

 

Una vez en Acapulco, nos apuramos para ir a una de las playas más conocidas de la ciudad. Miramos a nuestro alrededor de esta “famosa” playa y, francamente, nos decepcionamos bastante. Fue entonces, cuando decidí llamar a Eli, que acababa de salir de clases de la universidad.

 

Eli nos llevo lejos de la zona turística, a una de las playas locales más bellas, con arena dorada y aguas cristalinas, rodeada por dos picos de montañas. Esta de sobra decir que, estábamos súper emocionados de encontrar una zona tan bonita. Fue ahí, cuando decidimos en donde continuaríamos nuestras vacaciones la siguiente mañana.

 

Al día siguiente, la mama de Eli – Mama Berna – envió, con su hija, una sopa de pescado y un recipiente lleno de tacos dorados para disfrutar en la playa.

 

Tomé un taco, llené un plato de sopa y probé ambos. Como era de esperar, el taco sabía perfecto. Aunque, lo que me sorprendió más, fueron los sabores delicados e intrínsecos de la sopa.

 

Por lo general, la sopa de pescado es fuerte – el resabio que normalmente deja después de comerla, y el olor son muy fuertes.

 

Esta sopa, sin embargo, no era así. El pescado no estaba aguado (chicloso). Su consistencia era solida. Las verduras tenían un buen sabor a pescado, pero no perdieron su esencia vegetal.

 

Recuerdo que cuando apenas supe que habían enviado sopa, pensé que era raro comer sopa en un día tan caluroso en la playa. Pero en realidad era muy ligera, refrescante, y fue perfecta para nuestro día en la playa.

 

En serio, voy a conseguir esa receta, y un día voy a hacerla para este blog.

 

Quizás la razón por la que pensé que la comida era tan buena ese día era porque mamá Berna no nos conocía – éramos sólo amigos de su hija – y ella hizo todo lo posible para mostrarnos su amor y hospitalidad.

 

Mama Berna realmente se convirtió en alguien muy especial para mí ese día – incluso sin conocerla. Ella hizo esa comida con amor y nos la dio sin pedir nada a cambio.

 

Ese día cambió todos mis pensamientos sobre pescado. Me hizo más abierta a los mariscos, ya que mi mama no cocina mariscos muy seguido, no vivimos en una zona donde el marisco es fresco, así que el que esta disponible, dudosamente lo es.

 

Mi hermano menor, Jorge, por otro lado, no estaba tan abierto a la idea de comer mariscos o pescado. Se negó a probar la sopa y se perdió de una verdadera delicia. No le importó, así que le dije que a nosotros no nos importaba que iba a comer el.

 

“Ash…Entonces no se que comerás” dije. “arena será.”

 

Así que comimos. Terminamos la sopa, y cuando volteamos a ver el recipiente que contenía los (mas o menos) 50 Tacos Dorados, de los que ya había disfrutado uno antes con mi sopa.

 

Se habían acabado! El contenedor estaba vacío.

 

Jorge se comió todos los Tacos Dorados del recipiente!

 

Todavía hasta el día de hoy, cuando pienso en Tacos Dorados, pienso en lo que probablemente habría disfrutado con aquella deliciosa sopa de pescado, y por supuesto, en mi querido hermano. Este es uno de sus platillos favoritos.

 

Tacos Dorados son un excelente platillo mexicano para disfrutar con amigos y familiares, especialmente, para los chiquillos que les gusta comer con las manos!

 

¡A disfrutar se ha dicho!

 


 

TACOS DORADOS

 

El mayor obstáculo para hacer Tacos Dorados (fuera de México) es que debes tener acceso a tortillas de maíz, o al menos harina MASECA (harina de maíz).

 

Se pueden comprar las tortillas de maíz de su tienda local si están a su disposición, o seguir las instrucciones para hacer tortillas en el paquete de MASECA. A mi, me gusta hacer mis propias tortillas, que de hecho es bastante fácil.

 

– Para hacer tortillas de maíz: agrega agua a la harina de maíz MASECA (cantidad de uso dirigida al envase) y sal. Amasa hasta que este suave, haz bolitas y aplana hasta alcanzar la delgadez de una tortilla. Pon la bolita de masa entre dos plásticos (Con maquina para tortillas y rodillo o alguna tabla con que pueda aplanar las bolitas.) Coloca en un sartén seco a fuego medio y cocina ambos lados. –

 

Los tacos, tradicionalmente, se rellenan con pollo desmenuzado cocido, carne o papas sin cascara hervidas y sazonadas (tipo puré).

 

DIRECCIONES:

 

Calienta las tortillas en el microondas o en la estufa, retira del fuego, y coloca una línea de carne / papas, en el centro de la tortilla.

Toma un borde de la tortilla hasta alcanzar la carne, envuelve con el borde enrollando cuidadosa y firmemente la tortilla – Ten cuidado de no derramar la carne / papas por las orillas.

Una vez enrollada, cierra el extremo con un palillo de dientes (palillo de madera). El palillo mantiene el taco cerrado una vez colocado en el aceite caliente. Usa más de un palillo si es necesario.

Coloca el aceite (aceite vegetal, aceite de canola, etc.) en una sartén y lleva a fuego medio-alto.

Coloca tacos en aceite caliente y fría hasta que estén dorados y crujientes por todos lados. Si cuentas con freidora, este proceso es mucho más fácil.

Pon los tacos en un plato con servilletas o toallas de papel para colar el exceso de aceite.

Una vez que se hayan enfriado un poco los tacos, quita con cuidado los palillos de dientes y los Tacos Dorados están listos para ser servidos.

Pueden comerse solos, como un aperitivo, con sopa, o como platillo principal, cubiertos con lechuga finamente picada, tomates cortados en juliana, queso, crema agria, aguacates, salsa y todo lo que te venga a la mente.

Las tostadas de tinga de Mama Juanita.

File Mar 24, 1 39 36 AM

Mi esposo y yo estamos en un presupuesto bastante ajustado. En realidad, estamos gastando cerca de $80 por semana en comestibles – que son alrededor de $12 al día para dos personas; que a su vez se traduce en $2 por comida por persona, si mis matemáticas son correctas.

 

Una manera que hemos encontrado que ahorra dinero en carne, es comprar un pollo congelado entero, y cortarlo nosotros mismos, en vez de comprar paquetes de pechugas de pollo, alas, o alguna otra parte ya empaquetados.

 

Por lo general, tomo las costillas (huacal), el cuello, cartílago y otros huesos (retazo), que muchos normalmente no usan. Lo hiervo para hacer caldo de pollo; luego tomo los huesos y separo la carne que queda al rededor.

 

Hoy, mientras estaba repitiendo este proceso, recordé momentos de mi infancia en que vi miembros de la familia hacer lo mismo una y otra vez.

 

Pensé en mi abuela:

 

Mama Juanita.

 

Mamá Juanita fue una de las mujeres más cariñosas, llena de amor y cuidado que he conocido. Cuando mi familia se mudó a México desde Venezuela, nos mudamos con ella y mi abuelo por unos meses, y aprendí mucho de ella, y a cerca de ella, en ese tiempo.

 

Aprendí que cuando se casó con mi abuelo -cuya madre había muerto años previos a su matrimonio- asumió la responsabilidad de los hermanos menores de su marido, que habían quedado huérfanos. Los adoptó. Convirtiéndose en madre de cuatro hijos inmediatamente después del matrimonio.

 

Ella y mi abuelito tuvieron seis hijas y un hijo, y el trabajo de mamá Juanita durante la mayor parte de su vida fue ser madre y esposa.

 

Ella mostró amor a través de acciones … y, por supuesto, a través de la comida.

 

Comencé a pensar en uno de los primeros platillos que ella me enseñó a hacer: Tostadas de Tinga, que es un plato común en México hecho de pollo desmenuzado y una salsa a base de tomate encima de una tortilla frita.

 

Yo era estudiante de secundaria de 14 años de edad y acababa de volver a casa después de clases. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que mi madre ya había comprado víveres, yo estaba sola en casa y no había comida cocinada.

 

Tenía hambre, y no quería esperar a que mamá volviera a casa a cocinar.

 

Ya sabía como cocinar el arroz, así que estaba bastante segura de que podría manejar cualquier otro desafío culinario. Así que decidí, después de ver los ingredientes a mi alcance, hacer Tostadas de Tinga.

 

Pero el problema era que no sabía como preparar ese platillo tan típico.

 

Así que llamé a mi abuela, caminé una cuadra hasta llegar a su casa, con las bolsas de supermercado en mano, sabiendo que ella me enseñaría a preparar el deseado platillo. Honestamente, esperaba que ella lo cocinara, y yo aprendiera mientras ella lo hacia.

 

Puse los víveres en su cocina lista para ayudar a mamá Juanita a preparar la comida para mi.

 

Algo que ella siempre decía (y ahora mi mamá dice), es que “Una persona acomedida cabe en todas partes“, y yo estaba segura de que iba a ser una buena ayudante “acomedida” en su cocina.

 

Pero ella tenía otros planes.

 

Se sentó y me explicó paso a paso mientras yo terminaba cada parte de la receta, desde pelar y cortar cebollas hasta colocar la tinga ya preparada en la tostada.

 

Así que ese día, aprendí a hacer Tostadas de Tinga, y nunca he olvidado su receta.

 

Mama Juanita falleció en 2012, pero dejó una gran cantidad de recuerdos y buena comida. Es maravilloso como ciertas comidas pueden traer de vuelta a nuestra mente tantos recuerdos!

 

Yo amaba profundamente a mi abuela; Y ella me amaba también. De hecho, mi nombre – Johana – deriva de “Juana”, que porto con orgullo, porque sé que con el, siempre llevaré un pedacito de ella conmigo.

 


 

TINGA

 

[Tinga se puede comer de varias maneras – en tacos, en tostadas (mi forma preferida, con crema y queso fresco), con arroz y frijoles, o de diferentes formas.]

 

1 Pechuga grande de pollo cocida y desmenuzada (despechada)

 

3 Tomates grandes

 

½ Cebolla blanca/amarilla

 

2 Dientes de ajo

 

Pequeño racimo de Cilantro fresco (no tanto como para hacer que la salsa torne verde, sólo trate de usar su sentido común de cocina)

 

1 Taza de caldo de pollo

 

1 Chipotle en salsa de adobo (chipotle enlatado o fresco)

 

Sal al gusto

 

Pimienta al gusto

 

1 Cucharadita de comino

 

1 Cucharadita de aceite de maíz (o el que use normalmente en su cocina)

 

INSTRUCCIONES

 

Corta la cebolla en rodajas finas y saltea a fuego medio con un poco de aceite.

Mientras cebolla se esta cociendo, licua los tomates, ajo, cilantro, chipotle y aproximadamente ½ taza de caldo de pollo

Cuando las cebollas se tornen translúcidas, agrega la mezcla de tomates que se licuaron.

Añade el comino a la salsa y revuelve.

Después de unos 5 minutos a fuego medio, agrega el pollo a la salsa y continúa agitando.

Añade sal y pimienta.

Deja cocinar 5-10 minutos, revolviendo de vez en cuando.

Prueba la tinga y sirve.

 

* Usa la ½ taza de caldo de pollo que sobra, si la Tinga comienza a secarse mientras cocina. Añade más caldo de pollo para mantenerla jugosa.

** Si se quiere hacer mas picante la Tinga, licua más chipotle con un poco de caldo de pollo y agrega a la mezcla mientras se cocina.